30/10/06

CULTO A CRÁNEOS HUMANOS, ¿bendecir la oportunidad pastoral o maldecir el rito macabro?

Adquirir y venerar un cráneo humano durante tres años, llevarlo el 8 de noviembre al templo a “escuchar la misa”, pedirle bendiciones y luego – previa preparación de fumar cigarrillos, masticar coca y vestirla con sombrero – festejar al cráneo humano en grande junto a los amigos del barrio y del trabajo.
No se trata de un cuento de la pagana noche de brujas fundida a la tradición cristiana de recordar una vez al año a Todos los Difuntos, fiesta que en América Latina se fundió -a la vez- con la Festividad de Todos los Santos; se trata más bien de un fenómeno socio-religioso que cada 8 de noviembre se repite en el cementerio de La Paz –Bolivia, pero ya no a ocultas, sino – literalmente – con bombos y sonajas. Fe popular y esoterismo mezcladas en el día de la “Ñatitas”.

Y es que un rito – para muchos macabro - que se practicaba en la clandestinidad, ha salido a las calles causando asombro a propios y extraños. Un tema que parecía hasta hace poco un tabú, se manifiesta como una extraña fusión entre la Evangelización de la Cultura Andina y la actual cultura Materialista, que producen la extraña práctica de festejar con un tono religioso a los cráneos humanos.

En los últimos años este fenómeno necrófilo ha interesado no solamente a la gente de la metrópoli paceña, sino que al estar muy ligada a la cultura andina se ha ido expandiendo debido a las migraciones internas que se dan en Bolivia; en un mundo donde la información ya no tiene barreras de espacio y tiempo, este fenómeno es reflejado en varias portales cibernéticos que con intriga y detalle reflejan estas costumbres difíciles de creer en este siglo XXI.

Bolivia, país que vive la euforia del indigenismo y la etnicidad que se ha convertido en ley abre nuevos espacios de manifestaciones que a título de “originario y ancestral” rompe todos los esquemas conocidos; pluralismo que muchas veces no deja de ser perturbador para los que - siendo bolivianos - no pertenecen a la cultura dominante.

Mientras la prensa se divierte en proponer estilos de vida muy originales, la polémica inicia cuado se intenta saber si la Iglesia Católica, que una vez más se encuentra entre la cruz y la espada, bendecirá o no estas costumbres.

Origen del día de las Ñatitas
Luego de buscar a alguien que quiera hablar del tema de una manera razonable, encuentro un sacerdote que tenga ideas claras sobre el tema y que quiera transmitirlas, para encontrar juntos el posible origen de esta costumbre. Religioso boliviano identificado con su cultura, oblato de María Inmaculada que vivió entre misioneros europeos académicos, buenos observadores de la realidad, Padre Guillermo Sales trata de explicar este fenómeno como un producto híbrido de la Cultura Cristiana y Cultura Andina y la coincidencia por el respeto y veneración que se tiene por los difuntos y de la muerte.


En Bolivia, no existe distinción entre la fiesta de Todos los Santos y los Difuntos, en la cultura andina, – de cosmovisión cíclica – el mes de noviembre está dedicado a los muertos que visitan a los vivos cada año. La veneración de la muerte y el recuerdo de los difuntos está ligada a la festividad de San Andrés (30 de noviembre) que coincide con el fin del mes dedicado a los muertos.

Tanto la fiesta de San Andrés, como la fiesta de los difuntos –denominada en Bolivia como fiesta de Todo Santos - es esperada para dar una “santa muerte” a los difuntos; de hecho en las tradiciones andina y cristiana todos tienen que tener una sepultura digna. Mucha gente fallecida en condiciones trágicas, que tuvo que ser enterrada a la vera de un camino, o personas que murieron en accidentes, en la mentalidad andina necesitan recibir una “santa muerte”

El padre Sílez acude a la tradición oral para contar que hace 50 años los misioneros oblatos se sorprendían que los campesinos, durante el mes de noviembre llegan al templo con bultos y aguayos (morrales) para pedir la bendición de los mismos. Estos aguayos – cuyo contenido era evitado mostrar al sacedote – eran restos mortales a los que se les daría esta “santa muerte”; restos mortales de gente conocida que luego era enterrada en un lugar donde se le podía llevar flores o simplemente visitarlo.

“En la cosmovisión andina es importante tener un lugar físico referencial de los antepasados y visitarlos si es necesario” aclara Sílez, que recurre a citar el libro “el universo religioso de los aymaras” del padre Santiago Monast, para afirmar que en la cultura andina existen una serie de prácticas religiosas con referencia a los muertos, de hecho para los aymaras el concepto de inmortalidad del alma es válido, y en esta concepción la vida está también en el cráneo o los restos mortales. Al tener una concepción cíclica de la vida, sus tradiciones indican que cada cierto tiempo el alma retorna a visitar a sus seres queridos.

Tradiciones andinas Como buen comunicador social, este sacerdote boliviano relata una costumbre del pueblo de Chayanta. En este pueblo de Potosí la fiesta de “todo-santos” se celebra como el retorno de los difuntos para lo cual las familias se organizan y realizan la alegoría del retorno de algún difunto, que viene tratado como un visitante a quien le dan de comer, beber y le hacen la fiesta. Las familias que “reciben” la visita del difunto en varios casos reciben consejos concretos en referencia a su conducta y su vida familiar.
Son tradiciones que poco a poco se van olvidando, como en LLallagua y Uncía, donde el “sacarse el luto” es ocasión de gran fiesta, pues el difunto finalmente se ha ido al cielo. En esas fiestas – cuenta nuestro interlocutor – la gente bebe la chicha (bebida de maíz fermentado) del “Toro Chico” que es un vaso en forma de toro y la chicha se la debe tomar por la boca del toro; si no tomas todo el contenido el anfitrión te pincha con un agujón. “son pues costumbres de la cultura andina” dice el p. Sílez.
Como resultado de esta cosmovisión se pueden entender las distintas celebraciones y tradiciones que en gran parte de Bolivia se practican para la fiesta de los difuntos:
- armar mesas con alimentos favoritos del difunto, adornar la misma mesa con signos como la escalera, cañas, aves, etc.
- la fiesta de los difuntos, va precedida de ciertos ritos culturales, ya que si se recibe la visita hay que esperarle con algo especial, y así que las familias preparan el primero año todo lo mejor, el segundo año algo diferente y el tercero algo particular.
- durante el mes de noviembre la gente no se casa, ya que es el mes de la muerte y en un mes que recuerda el dolor de haber perdido a los seres queridos
no se festeja este sacramento, que en muchos casos conlleva una semana de fiesta.

LA EVANGELIZACIÓN DE ESTOS PUEBLOS ORIGINARIOS
"el que cree, tiene vida eterna" (Jn 6,47)
La inmortalidad del alma y la resurrección de los muertos es parte de la enseñanza de la Iglesia en su tarea evangelizadora de estas culturas originarias.
En Bolivia, con raíces ancestrales muy fuertes, en muchos casos la transposición del mensaje cristiano en la cosmovisión andina ha dado como resultado prácticas seudocristianas que no terminan de definirse como profanas pues tienen un fundamento cristiano.

Al momento de evangelizar las culturas ancestrales, los misioneros fueron muy respetuosos de éstas; y reconocieron en la costumbres nativas las “semillas del Verbo” es decir las concepciones que coincidían con la enseñanza del Evangelio y sin entrar en detalles las aceptaron. La inmortalidad del alma fue una de estas puntos de coincidencia; pero la Evangelización del mundo andino, no tomó en cuenta que en su manera de entender la inmortalidad del alma o la vida está el concepto del continuo retorno del alma.
En el contexto histórico determinado de la Evangelización del nuevo mundo los misioneros veían que su enseñanza no se contradecía con ciertas costumbres que entreveían una concepción teológica cristiana de la muerte.

Actualmente la religión católica sigue siendo respetuosa de las culturas originarias y valora como aspectos respetables y no contradictorios las costumbres que basadas en la inmortalidad del alma y el respeto a los difuntos crean espacios de comunión, fraternidad y convivencia.

Sin embargo, muchos de los valores evangélicos, como muchas de las tradiciones andinas han ido sufriendo deformaciones drásticas debido los cambios culturales que toda sociedad experimenta.

Varias expresiones de fe popular y tradiciones culturales han sido afectas por la visión utilitarista y materialista de la vida; a estos cambios se han añadido el excesivo consumo de alcohol y la problemática social de pobreza generada que hace que las personas pongan su esperanza no sólo en Dios sino en cualquier amuleto que se les presente.


En el caso concreto de las “ñatitas”

Los aymaras de La Paz ha ido transformando varias de sus tradiciones y se ha pasado a concepción milagrera de lo que antes era el respeto por los difuntos; así ahora, se considera a estos cráneos como talismanes a quienes hay rendirle cierto tipo de idolatría, para lo cual se les da un nombre, se las viste y se las festeja.
Ya no sólo se valora a la persona representada en el cráneo, sino que ahora no importa la proveniencia, ni las situaciones en que se han conseguido los cráneos humanos; lo que importa para la gente que practica estos ritos es darle un nuevo significado a los objetos a los cuales se les atribuye poderes mágicos.

El fenómeno de las “ñatitas” en teología se denomina como una “transferencia religiosa” donde el respeto y veneración de los difuntos y la muerte ha mutado en una concepción utilitarista de lo que los difuntos pueden hacer por los que aún estamos vivos en esta mundo material.
Una situación donde la fe es concebida sólo en un instrumento para obtener favores, anulando la comunicación con Dios. Sólo se pide la bendición de Dios para asegurar que lo que se ha pedido al talismán se cumpla.

En palabras del sacerdote académicos Has Van Denberg podemos afirmar que “el pueblo y la cultura andina, tienen una serie de manifestaciones e hitos que en sí tienen sentido de la relación con la naturaleza”; y completa el padre Sílez “pero hoy vemos una relativismo de estas costumbres debido a una concepción utilitarista de la realidad”

Oportunidad pastoral

El fenómeno paceño del “día de las ñatitas” ligado a la rememoración de los difuntos no es un hecho aislado de cómo la fe y la cultura van deformándose, con incidencias directas sobre la vida de las comunidades cristianas católicas.
No se trata de fomentar estas prácticas sólo porque aumente la demanda de sacramentos y sacramentales (para-liturgias) sino en aprovechar para que - sin tibiezas - se pueda transmitir la enseñanza del Evangelio, mostrando la visión cristiana de la muerte, ya que todos pasaremos por allí.

Se puede aprovechar de estas ocasiones para establecer un diálogo fructífero entre la cultura y la religión cristiana, donde se podría dar a conocer la verdadera tradición eclesial, no utilitaria; esto debería ser hecho a través una Carta Pastoral de los responsables de guiar al Pueblo de Dios.

“se debería rezar por ellos (los cráneos), no para pedirles favores, ni para darles utilidad económica” sugiere el P. Sílez, a quien agradecemos su tiempo.

Mientras tanto el mundo mira con extrañeza a Bolivia
A continuación algunos textos extraídos de la prensa internacional que atónitos relatan esta tradición.

La macabra veneración de calaveras en Bolivia.
La celebración es conocida popularmente como el "Día de las Ñatitas" (chatitas), por la forma roma de los rostros de las calaveras, y se realiza en el Cementerio General de La Paz cada 8 de noviembre, una semana después de la festividad de "Todos los Santos".
http://www.terra.com.sv/turismo/articulo/html/tur5768.htm


La fiesta de las “ñatitas” aumenta sus fieles
La celebración de las “ñatitas” cierra Todos Santos. Ayer, centenares de devotos de estos cráneos visitaron el Cementerio General y las homenajearon con una bendición católica, obsequios de flores, velas, coca, y cigarrillo.
Bendición eclesial: las calaveras recibieron una baño de agua bendita, que les ayudará a tener más poderes.
(La Prensa del 9/11/2004)




qué sucede en el “día de las ñatitas”
Un artículo del periódico virtual Terra relata qué durante el 8 de noviembre cientos de calaveras humanas se convierten en objeto de veneración en el cementerio de La Paz, escenario de un ritual macabro que mezcla esoterismo, creencias paganas andinas y el mensaje del Evangelio, y es aceptado a regañadientes por la Iglesia Católica.
La celebración es conocida popularmente como el "Día de las Ñatitas" (chatitas), por la forma roma de los rostros de las calaveras, y se realiza en el Cementerio General de La Paz cada 8 de noviembre, una semana después de la festividad de "Todos los Santos".
Desde primeras horas de la mañana, la capilla principal de la necrópolis se llena de feligreses que cargan sus calaveras en bolsas de plástico, cajas de madera u ostentosas urnas de cristal, para presentarlas ante Dios, con el objetivo de que les confiera los atributos mágicos que sus dueños aseguran que poseen.
Los orígenes de esta supersticiosa tradición son todavía una incógnita, pues apenas hay estudios sobre la cuestión, pero se cree que comenzó hace siglos en el campo andino para evitar la llegada de las lluvias y luego fue recreada en la ciudad por los inmigrantes, que le agregaron elementos de la religión católica.

¿QUÉ DICE EL SACERDOTE?
El sacerdote Jaime Fernández Riveros, quien lleva ocho años en la parroquia del cementerio, es el encargado de oficiar el rito, consistente en la lectura de textos sagrados ante una audiencia más bulliciosa que la que acostumbra a asistir al templo para dar sepultura a sus difuntos.
El sacerdote aclaró que "se trata solamente de una liturgia, no de una misa", aunque admitió que el acto resulta igualmente contradictorio con la palabra del Señor.
"Es medio profano", convino el cura resignado.
"En los entierros católicos el cuerpo del fallecido lo entregamos en las manos a Dios" y hasta el día del juicio final no lo tocamos más", explicó.
Por eso, año tras año trata infructuosamente de aleccionar a sus acólitos: "Mira: si te cortan la cabeza y tu cabeza va flotando de mano en mano, ¿qué puede ser?", les pregunta.
Después de ser bendecidos, los cráneos son llevados a zonas del camposanto donde se les ofrece comida, bebida y cigarros, mientras que en otros casos son trasladados a domicilios o locales en los que se festeja con alcohol y música durante horas.
Pese al marcado tinte sacrílego y macabro de la ceremonia, el cura Fernández recuerda, no obstante, que "la presencia de Dios también está" en las personas que protagonizan este culto, en su mayoría de origen humilde y de escasa formación.
"Lo que yo siento es por el pueblo con el que estoy viviendo. No soy ajeno, extraño a su esencia", añade. Además, la celebración resulta totalmente inofensiva, dice.

LO INSÓLITO
Aunque los huesos proceden en su mayoría de los cementerios clandestinos de las laderas de La Paz o de las aulas de las facultades de Medicina, en algunos casos pertenecen a familiares de los presentes, como en el caso de una niña que hoy llevó a bendecir el cráneo de su hermano.
Otra de las participantes, Marta Barragán, convive en su domicilio con dos "Ñatitas", llamadas "José" y "Lulita" (abreviatura de Lourdes) y que, según comenta, se le aparecen en sueños con la imagen de un estudiante universitario y una cholita -una mujer india vestida a la antigua usanza-, respectivamente.
Barragán, que tiene una consulta donde practica la cartomancia y otras artes esotéricas, tuvo su primera calavera hace 25 años, la cual usó para dar con el paradero de su hijo desaparecido durante dos meses.
"Puede hacer aparecer a una persona perdida, algo que te hayan robado, te puede unir a una pareja", entre otros beneficios, argumenta la mujer, que a la vez se define a sí misma como "demasiado católica".
La mujer, al igual que el resto de fieles que intervienen en la celebración, no escatima esfuerzos en el cuidado de sus "ñatitas", que en este día señalado son engalanadas con flores, sombreros o "lluchus" -gorros de lana usados en el campo andino-, e incluso gafas oscuras para protegerlas del sol.

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