22/3/07

La comunicación como servicio


Ya no resulta extraño afirmar que vivimos en medio de una “cultura de los medios de comunicación” o en una “generación de los MC”; lo que piensan los hombres y mujeres de un determinado contexto social y temporal está condicionado –en parte- por los MCS[1]


Contextualización
La sociedad boliviana – en su contexto latinoamericano – con todos los cambios sociales e que está viviendo en los últimos tiempos ha visto en los MCS un instrumento casi esencial para informar, instruir, formar y comunicar ya sea a favor o en contra de los grupos sociales; si en nuestra realidad hay analistas que hablan de una revolución social, también tendríamos que hablar de una revolución mediática.

Los agentes pastorales nos movemos y vivimos nuestra consagración en este contexto, independientemente del lugar en el que nos situemos estamos en la cultura de los medios e interactuamos con la generación de los MC.

Esta fugaz mirada a lo social, nos ubica en el contexto donde nuestras comunidades religiosas realizan su misión, con carismas distintos, con servicios distintos abarcan espacios de la sociedad donde somos llamados a ser signos de Dios. Y así lo hacemos en nuestro pequeño mundo, quizás sabiendo que no estamos solos.

“Nadie enciende una lámpara para taparla con una olla o ponerla debajo de la cama, sino que la pone en alto para que tengan luz los que entran” Lc. 8,16

Este pequeño versículo del evangelio de San Lucas, ha sido una inspiración para invitar sin cansancio a los colegas de mi diócesis cuando era Delegado de Comunicación en Cochabamba, y les confieso que a veces encontraba poco interés en compartir nuestras actividades con la comunidad – en este caso la Iglesia Local - puede ser disfrazada de una falsa humildad y de un silencio que es más un omisión.

Por otro lado existe la antigua premisa que los MCS tradicionales son algo como el cuarto poder en la sociedad; esta teoría – en mi entender – ya ha sido superada al entrar en la “era de la información”, creada por las nuevas tecnologías de comunicación y el acceso a ellas: la telefonía celular, el correo electrónico, el Internet, el Chat, entre otras. No sólo estamos hablando sólo de grandes implantaciones de última tecnología satelital, sino también de los MCS tradicionales que han convergido en Internet y que se proponen como medios digitales a bajo costo y agilizando enormemente la fluidez de la información y por ende de la comunicación.

Vosotros sois la luz del mundo: una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. (Mt. 5:14)

En este contexto al que podemos denominamos sociedad de la información y de la que somos parte como consagrados y consagradas, estamos llamados a dar un paso más para romper prejuicios personales o grupales que impiden comunicar con los demás; ya que lo poco o mucho que hagamos en materia de comunicación afecta e importa directamente a la comunidad eclesial y a la sociedad.


La Comunicación en el seno de la Iglesia ayuda a construir la comunión eclesial
Al intentar fundamentar el por qué la comunicación es un servicio, me remito a la Instrucción Pastoral “Aetatis Novae” que hace una mirada hacia atrás después de 20 años del Concilio Vaticano II y ya en 1992 – proféticamente- anuncia los cambios que se ven venir en el mundo de las comunicaciones.
En el texto de este documento se trata la “Tarea de las comunicaciones” y se presenta a los MCS al :
- servicio las personas y de las culturas
- servicio del diálogo con el mundo actual
- servicio de la comunidad humana y del progreso social
- servicio de la comunión eclesial
- servicio de la Nueva Evangelización


Compartir los retos, madurar los proyectos, enriquecer las experiencias sólo se puede hacer en comunidad, pero no sólo al interno de una casa religiosa sino en un terreno eclesial donde quizás ya han habido iniciativas en el campo que nos alistamos a emprender.

Dar el paso de compartir nuestras vivencias, de informar… en definitiva de comunicar más allá de nuestro estrecho entorno requiere vencer la inseguridad de “ir al encuentro con el otro”, desechar los prejuicios de competir; es dar un paso al frente y aceptar que estoy llamado a hacer comunidad en un contexto social y geográfico concreto.

Comunicar nuestras experiencias es aquello que tantas veces decimos en nuestras comunidades: poner las cosas en común. Esta “puesta en común”, este “compartir con la Comunidad Católica” crea lazos humanos, y esto – pues – se lo hace a través de acciones concretas: un e-mail, un folleto, una carta abierta, una foto enviada a los amigos. Más aún, una entrevista en la radio, o en la televisión, una página web personal.

Hacer esto con una actitud constructiva es hacer comunicación y es construir comunión.

El documento Aetatis Navae se pregunta…
¿Por qué insiste la Iglesia en el derecho de todos a tener una información correcta, en su propio derecho a proclamar la auténtica verdad del Evangelio y en la responsabilidad que tienen sus pastores de comunicar la verdad y de formar a los fieles para que hagan lo mismo? Porque la comunicación, en la Iglesia, se entiende a partir de la comunicación que hace de sí mismo el Verbo de Dios. (n. 10)


La comunicación en la sociedad ayuda a fortalecer el diálogo entre la Iglesia y la Sociedad
Cuando alguna vez he visto en un programa televisivo de variedades a una religiosa que cumplía 60 años de Vida consagrada, y que había sido llevada por sus hermanas más jóvenes para dar testimonio de vida, de servicio a los enfermos y de trabajo en los asilos en los que había servido.

Pensaba que había dos formas de reaccionar
1.- la crítica exacerbada de pensar que es comunidad religiosa está haciendo ostentación de un estilo de vida; o
2.- ver en esa religiosa, una parte de mi ser cristiano o cristiana; en un sencillo acto de comunicación y de testimonio

Si los católicos estamos llamados por nuestro bautismo a ser signos de Cristo muerto y resucitado, aún más los consagrados; y esta afirmación pasa por los instrumentos que tenemos a nuestro alcance. Pablo VI afirmaba en la Evangelio Nuntiandi, (n. 45) una frase que es inspiración para muchos consagrados con sensibilidad por la comunicación: “la Iglesia se sentiría culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios, que la inteligencia humana perfecciona cada vez más”

El secularismo va creciendo y el silencio sólo puede ser una omisión, o peor aún el reflejo de la indiferencia. Si la Iglesia Católica está viviendo un tiempo de purificación, el aislarse o enfrascarse en sí misma no es precisamente una solución

Sin embargo, si decidimos realizar una estrategia comunicativa, no basta con la buena intención, porque si queremos dialogar con la sociedad hay que hacerlo usando un lenguaje comunicativo apropiado. No porque seamos Iglesia cualquier cosas que hagamos – en materia de comunicación – será bien aceptado; más bien creo que es todo lo contrario: Porque somos Iglesia la sociedad espera de nosotros un “producto comunicativo” ejemplar.

Esto no significa rendirnos antes de empezar el desafío de comunicar bien, no existen recetas a corto plazo, sino más bien a largo plazo; pues el aprender a comunicar pasa por un mínimo proceso de formación. En este sentido me atrevo a decir que el aspecto formativo, no va relacionado al carisma de una comunidad, sino a la formación humana de un futuro consagrado o consagrada. Está claro que de un instituto de vida consagrada cuyo carisma es la Evangelización por los M.C.S. esperamos aprender de ellas o ellos.

Un consejo práctico que me atrevo a dar para la financiación de nuestros pequeños o grandes medios de comunicación es hacer uso de la publicidad, nuestros proyectos de comunicación no pueden terminarse cuando se termine el dinero de un proyecto, hay que buscar que nuestras iniciativas sean auto-sustentables económicamente y esto es un gran desafío.

Para terminar he tomando pie del pasaje de Marcos 9, 38-40 cuando los discípulos van – casi - quejándose a Jesús y le dicen que han visto “uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros”. Jesús responde: “el que no está contra nosotros, está por nosotros”.

Nace la reflexión que todos podemos informar y comunicar en nombre de Jesús, pues no se pueden permitir los monopolios de información, no sólo es un derecho humano inalienable, sino también es un don de Dios.
Ahora bien, este es ya un tema de “comunicación institucional” donde la persona que comunica lo hace desde su misión y servicio dentro de la institución eclesial; todos somos libres de comunicar pero respetando la estructura en la que nos encontramos.

Este es un tema que quedará abierto pues un tema de profunda importancia dentro de la Comunidad Católica vista como una comunidad dentro de la sociedad.
[1] cf. Aetatis Novae 2

15/3/07

V CONFERENCIA- SECTAS Y MEDIOS DE COMUNION SOCIAL

Una de las grandes preocupaciones de la Iglesia Católica en América Latina es sin duda el de las sectas fundamentalistas.

Este tema ocupará un espacio importante de reflexión durante la V Conferencia del Episcopado en Aparecida – Brasil

La reflexión sobre el problema de las sectas que van desangrando a la Comunidad Cristiana Católica en América Latina, tiene varias aristas: desde la financiación económica por potencias mundiales, hasta las razones geopolíticas de la expansión de dichas sectas en el continente que ha sido denominado el Continente de la Esperanza, porque se decía que más de la mitad de los cristianos católicos se encontraban en el Nuevo Mundo.

Aunque el término fundamentalista es usado por primera vez en la década de los 20 en Estados Unidos[2], es precisamente al inicio de la década de los 80 nace la fusión de los predicadores pentecostales y el uso inteligente de los medios masivos de comunicación (en aquel entonces la TV y la Radio, hoy en se ha sumado el uso de Internet como un formato en el que convergen todos los demás medios masivos de comunicación)

Lo cierto es que la Iglesia Católica – especialmente en América Latina – se vio invadida en las últimas décadas por grupos de predicadores evangelistas itinerantes, estaciones de radio y canales de televisión regionales y en red nacional, casas editoras que publican una gran variedad de revistas populares, libros religiosos, productos musicales, contactos con el público a través “cartas personales computarizadas”, universidades virtuales, sitios Web interactivos, centros de peregrinaje, parques de diversiones para familias, grupos de presión política, hospitales, etc.

Muchas de estas iniciativas son, hoy en día, autosostenibles por las insistentes campañas de donación de los adeptos a dichos movimientos y la administración de dichos medios está bajo la dirección de los mismos líderes protestantes, que han logrado crear estructuras independientes de cualquier jerarquía eclesiástica, ya que los miembros de estos grupos tienen la sensación de asegurar su salvación siguiendo la voluntad de Dios que les es indicada por el predicador.

La V Conferencia no puede no hablar de los Medios de Comunicación Social
Dejando a un lado las teorías comunicativas y los fundamentos teológicos de este fenómeno real para otros espacios de reflexión académica, es importante llamar la atención sobre el hecho de que el fenómeno de las sectas y la progresiva reproducción de dichos grupos pentecostales está íntimamente ligado al uso de los medios de comunicación que realizan. Más aún cuando, finalmente hemos tomado conciencia de que la sociedad está fuertemente condicionada por la irrupción de las nuevos modos de comunicar y por el acceso a los nuevos instrumentos de comunicación.

No se trata de entrar en una competencia tecnológica en el ámbito de la comunicación, sino de estar concientes del uso y la importancia que tienen los medios de comunicación en el ámbito, no sólo social, sino también eclesial, espiritual y en cada aspecto de la vida de la Iglesia.

Discípulos y misioneros de Jesucristo

De la Iglesia Católica, Comunidad de Comunidades, se espera excelencia y ejemplaridad en cada acción que humaniza más a la sociedad secularizada. Así pues, si hoy la Iglesia busca un espacio para dialogar con el Mundo, lo hará usando los medios y lenguajes actuales que utilizan las personas de nuestra época.

No se trata de encaramarse en la idea de que nuestro Mensaje de Salvación debe ser buscado por los demás, ya que si es cierto que nuestra misión es “ir y evangelizar todos los rincones de la tierra”, este mandato divino se traduce en ser discípulos que utilizan los instrumentos que la Divina Providencia ha puesto a nuestra disposición, así como lo haría el apóstol de las gentes: Pablo de Tarso.

“El Discipulado” ha sido precisamente el tema central de reflexión que han escogido los Pastores del Continente de la Esperanza.

No basta pues con ignorar el recto uso que se puede dar a los medios de comunicación social, que al fin y al cabo son sólo instrumentos, depende de nosotros el uso que queramos darle, sin olvidar que nos guste o no vivimos en un contexto fuertemente marcado y condicionado por la novedad de los espacios virtuales o reales que son productos de nuestra época.

P. Justo Ariel Beramendi
Comunicador SocialOficial para América Latina del PCCS[1]





[1] Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales del Vaticano
[2] (Marsden, 1991)