27/1/15

Una noche por Madrid

 por Ariel Beramendi

Sólo por una noche de paso por Madrid, me hospedé en una casona a la sombra del Museo del Prado, la ama de llaves arrastrando sus pasos me mostró la habitación al final del interminable y obscuro corredor que en sus muros custodiaba viejos cuadros. Era claro que es corredor y la habitación era el lugar menos transitado de la casona de tres pisos.

Me encontré solo en esa habitación y con las llaves en mis manos. Sólo un par de pequeñas ventanas con espesas cortinas impenetrables al tiempo y al febril ritmo de la capital madrileña.


Caminar Cibeles, Gran Vía  y Plaza Mayor fue suficiente para matar el tiempo en ese triángulo de las Bermudas español; y acompañado de la media noche llegué cansado a mi aposento improvisado después de cruzar tres puertas blindadas.