25/4/07

tres años de sacerdocio



Con tantas limitaciones y miserias ¿a dónde voy? A donde tú quieras Señor, a donde me lleves. – yo puedo con mi voluntad y con mis fuerzas hasta aquí, que es muy poco. Lo demás es sólo tu gracia.
Sólo te pido que me des la fuerza para superar la soledad y el abandono que acecha cada día y que conduce a la amargura y melancolía.

Sólo te pido que cuando mire atrás por mi debilidad, no me olvide que tú me esperas al final de mi camino.
Que pueda hacer feliz a mis hermanos y hermanas, procurando siempre el menor mal posible. Que pueda sentirme también yo feliz, y nunca a costa de la infelicidad de los demás.

Que pueda ser tu apóstol, ser un signo de tu predilección por la vida, la justicia, la caridad; pero sobre todo de tener la capacidad de transmitirla a los que te buscan acercándose a mí por lo que soy y no por lo que tengo.
Señor, haz que no me sienta abandonado en mis años jóvenes, que la vida no transcurra por inercia, que la novedad de tu mensaje sea siempre fuente de fortaleza, de alegría, de paz y una salud espiritual digna de recibir el nombre de “padre” o simplemente de “amigo”.

Que cuando me equivoque buscándote donde no debo o en quien no debiera, se caigan las escamas de mis ojos, para poder ver que nada ni nadie vale la pena para dejar de seguirte.

Un día lejano, cuando miraré atrás, pueda decir: “ha valido la pena” porque tú Jesús, sabes, vales la pena. haz que no pierda la ilusión de seguirte.


Decían que inmediatamente después del primer año, otros que al tercer, y que era famosa la llamada crisis de los 7 años. Lo cierto es que aquí estoy cumpliendo mi tercer año como sacerdote diocesano.
Crisis? Sentido a lo que hago? Es una lucha de cada día entre las oportunidades que se presentan y las posibilidades reales que están de frente a mí.

Tres años de sacerdote y me pregunto si ya sé qué significa ser sacerdote, ¿cuál es mi identidad como cura diocesano? Una pregunta que nació al día siguiente de la ordenación sacerdotal.
Siempre he considerado curioso que mi segundo aniversario lo pude celebrar con una misa en la basílica de San Pedro en Roma, el lugar menos esperado para ese momento de mi vida, pero allí estaba. Podría decir que Dios me había llevado allí.

Y aquí estoy celebrando mi tercer añito, en Santa Cruz de Tenerife, una isla española de frente al desierto africano del Sahara, vine por una conferencia de “Fe y Cultura” donde hablaré de los jóvenes y los Medios de Comunicación, lo haré desde mi experiencia como joven y como sacerdote comunicador, pero también lo haré en nombre del Vaticano, la institución a la que represento en este encuentro.

Así va la vida, y me convenzo cada vez más que ser sacerdote católico en la actualidad no sólo pasa por administrar los sacramentos como funcionarios de una institución, sino por ser signos e instrumentos de Dios, ser servidores como testimonio vivo de aquello en lo que creemos, ser transmisores de la misericordia de Dios; de allí emergen las facultades de ser instrumentos del Señor en los sacramentos.

Pero, en el día a día… qué difícil es signo cotidiano del Dios de la Vida; sin embargo algo me dice que valdrá la pena, y aunque a veces dudo, me abandono en un no sé qué, que me da seguridad de caminar por un sendero que no conozco.


En estos tres años, he tenido la experiencia de gente que te pone encima de un pedestal, y de muchos otros que te ponen debajo de un pedestal, muy pocos reconocen en ti un persona como las demás con límites y necesidades; pocos ven en el sacerdote una persona sacada de entre las persona que pretende vivir su consagración total a Dios en función también de una comunidad que es a la que nos debemos.

Cuando te idealizan te marginan; lo mismo que cuando te menos precian. Romper los preconceptos de un lado y del otro es muy difícil; sobre todo cuando lo pretendes. Sólo el silencio de la compañía, de la amistad, del camino andado juntos empieza a abrir espacios de encuentro y de riqueza humana que son también parte del alimento espiritual que Dios nos pide; de otra manera no nos hubiera resumido la voluntad de Dios en dos fundamentos: amar a Dios y a tus hermanos.

Sacerdocio, que es una consagración eterna, pero retaceada para cada día, y para cada hora.



Tenerife – España
25 de abril
mi tercer año de sacerdocio