20/4/11

cuando satanás te envía señales


( si usted es fácilmente impresionable, por favor no siga leyendo, escribí esto para que sigamos rezando).

Había amanecido mirando hacia al techo, era aún de madrugada cuando abrí mis ojos que se fijaron en la esquina del cruce entre el techo y la pared; pensé que aún estaba sin focalizar porque vi algunas manchas que el día anterior no estaban allí. Intenté entender qué es lo que era esa mancha que parecía moverse entre colores grises, blancos y puntos negros y derramarse sobre mi cama.

Vi que eran gusanos que caían sobre mi lecho, mire hacia un lado del estropicio de almohadas y colchonetas y casi sin moverme miré gusanos y larvas blancas sobre mi cama. Debajo de la almohada había otro nido de larvas blancas con pequeñísimos hocicos negros.

Lo primero que me vino a la mente es si no había tragado alguno, mientras dormía. Me levanté sin hacer mucho movimiento para no aplastar ninguno y tratar de entender qué es lo que estaba sucediendo.

Antes de poner mis desnudos pies sobre el frío azulejo verde que reviste mi pequeño apartamento, me di cuenta que una infestación de gusanos y larvas blancas había invadido mi apartamento y mi casa toda. En algunos lugares del pavimento se distinguían huevos blancos babosos y pegajosos...  y cuando mi cerebro se recuperó del shock pensé que lo único que podía hacer es acercarme a la cocina porque en uno de los cajones de mis muebles baratos de cocina guardo un insecticida.

No encontraba mis zapatos, y tuve que caminar hasta la cocina adivinando cuántas larvas eran aplastadas por cada paso; todo fue muy rápido. Pero cuando abrí el estante donde guardo mis pociones químicas de limpieza, sólo vi más gusanos. No estaban allí. No sé porqué pero la estantería esa mañana era más profunda que lo normal y al fondo casi oscuro veía las bases de las botellas y del preciado insecticida que buscaba. Tuve que me meter mi mano y una parte de mi brazo para alcanzar el insecticida y apenas lo tuve en mis manos empecé a bombear la pistola de plástico que tenía para esparcir el ácido que como caía sobre los húmedos insectos los quemaba, así decidí abrirme camino hacia la puerta de salida para escapar de ese escenario repugnante.  

Me dirigí hacia la puerta y cuando caminaba en esa dirección abriéndome paso entre los gusanos carbonizados por el insecticida, me fijé que debajo de la puerta habían muchos más gusanos entrando por debajo. En realidad los gusanos entraban desde afuera a mi pequeño apartamento; decidía abrir la puerta y miré las escaleras  y paredes viejas del edificio plagadas de gusanos que asemejaban a un líquido gris que desembocaba todo sobre la puerta de mi apartamento.

Fue allí que me desperté, y cuando miré bajo mi almohada, por fortuna no había nada. Eran ya las cuatro de la mañana y la noche empezaba a clarear; alguien tocó mi puerta y yo salí para acercarme a la puerta y preguntar quién estaba al otro lado; - “soy su nueva vecina, disculpe que lo moleste hasta ahora, lo que pasa es que estoy enferma y sufro del corazón...” era una mujer de unos 25 años, morena, de cabellos desechos y con una malformación en el cuello, además de una joroba que intentaba que yo la viese. Mientras me explicaba todos sus males mi oídos se focalizaron en un rumor extraño que venía desde la cocina, entonces, aunque estaba de frente de mi nueva vecina, sólo escuchaba los sonidos de cajones abiertos, movimientos plásticos y bolsas de nylon desdoblándose a mis espaldas.  Y así mientras la mujer hablaba sin ser escuchada, yo pensé: -“un ladrón dentro mi casa”. Volqué mi mirada hacia dentro para ver si había alguna sombra en la cocina, y siendo que miraba hacia otro lado, mi supuesta vecina me empujó hacia dentro y así que caí, mientras que otra persona por detrás puso una soga en mi cuello; era otra mujer más robusta que empezó a arrastrarme hacia la cocina y mientras la supuesta vecina cerraba la puerta; entendí que se habían puesto de acuerdo. Tardaron segundos en usar un spray para atontarme y tras quedarme yo dormido no recuerdo nada más. Excepto que hoy – al ser un día libre de trabajo – me desperté más tarde de lo normal. Un poco inquieto, claro, tras una noche obscura llena de movimiento.