7/5/20

No me importa lo que piensen



Les ha pasado que ya es tarde cuando descubren que los halagos recibidos, no eran del todo basados en la objetividad sino en el apuro de la emotividad.
Me sucedió un par de veces.
Cuando tuve que cambiar mi coche, marca Panda, un modelo popular, decidí comprar otro del mismo modelo solo que de un color azul oscuro. El coche viejo de color amarillo tenía doce años y lo vendí a precio de gallina muerta.
Recuerdo bien que cuando compré el amarillo, recibí un montón de felicitaciones por el coche que había elegido. En ese entonces no tenía más opción de elegir entre blanco (sabor a taxi o a madre superiora), y el amarillo (el color del comprador primerizo y pobretón que no teniendo el costo extra que suponía adquirir otro color, tuvo que bajar los brazos ante esa elección binaria)
Bueno. A lo que vamos.
Doce años más tarde, alguna de las mismas personas que me habían felicitado, ahora lo volvían hacer. Diciéndome: “finalmente un color decente, está muy lindo tu coche”
Ellos no saben que es de segunda mano. No me importa lo que piensen.

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