escrito por "DON ARIEL"
La joven
Valentina, mestiza de varias generaciones, morena fuerte y bella, caminaba por
las calles empedradas rumbo al templo situado en la Plaza mayor al otro lado
del ayuntamiento del pueblo de Arani, rincón colonial de la Villa de Oropeza
que un tiempo había sido importante y que con la república su historia de
glorias había iniciado la pena cotidiana del olvido. Como todas las madrugadas
del primer viernes del mes, Valentina llevaba flores a la Virgen de la Bella;
Una mañana al cruzar la invernal plaza, vio que por tercer día consecutivo un
forastero dormía en la plaza, cubierto con un lecho improvisado de talegos y
bolsas vacías que las mercaderas ya no usaban. Nadie sabía de dónde venía o a
donde iba el desconocido forastero, anciano harapiento de pelos desordenados y
de mirada perdida; y al nadie saber su procedencia o destino nadie en el pueblo
le extendió una mano solidaria de hospitalidad.