(Por: Ariel Beramendi)
Roble añejo de hojas doradas,
contemplas al atardecer de tu vida
la luz vespertina que te sigue acariciando
respetando la voluntad del Dios de la vida
nadie sabe cuánto sentimiento esconden tus ramas
cuantas cicatrices insensibles han tajado
transeúntes cobijados en tu gentil sombra;
peregrinos pocos que han mitigado tu sed de justicia
ilusiones jóvenes y sueños reinventados
generaciones que hoy son fruto para el Bien Común
“Servidor de todos” es y fue tu humilde lema
roble viejo, árbol fuerte,
fiel amigo, incansable peregrino
desafiante de la muerte
constructor de un buen destino
tronco amable que ha sabido
día a día mutilarse para dar calor
a quien triste y pobre ha pedido leña
para calentar su hogar
caminante como soy
me he parado a contemplar
allá arriba en la montaña
¿Qué me quieres tú contar?
Árbol viejo, fuerte y noble
te conozco por tus frutos
que han llegado hasta mi ser
enseñanzas de un amigo de verdad
voy corriendo hasta tu vera
tu corteza quiero ver
son arrugas que han labrado
el trabajo por tu grey
veo tus hojas argentinas
el murmullo de tu voz
eco fuerte que han dejado
semillas que de justicia y de verdad
roble amigo, casi un padre
soy endeble junto a ti
abrazar tu bondad quisiera
y aún mis brazos son pequeños
te prometo cuando vuelva
tu jardín volver a ver
son recuerdos que dan vida
a quien tiene que árbol ser.