Les ha pasado que ya es tarde cuando descubren que los halagos
recibidos, no eran del todo basados en la objetividad sino en el apuro de la
emotividad.
Me sucedió un par de veces.
Cuando tuve que cambiar mi coche, marca Panda, un modelo popular,
decidí comprar otro del mismo modelo solo que de un color azul oscuro. El coche
viejo de color amarillo tenía doce años y lo vendí a precio de gallina muerta.
Recuerdo bien que cuando compré el amarillo, recibí un
montón de felicitaciones por el coche que había elegido. En ese entonces no tenía
más opción de elegir entre blanco (sabor a taxi o a madre superiora), y el amarillo
(el color del comprador primerizo y pobretón que no teniendo el costo extra que
suponía adquirir otro color, tuvo que bajar los brazos ante esa elección
binaria)
Bueno. A lo que vamos.
Doce años más tarde, alguna de las mismas personas que me habían
felicitado, ahora lo volvían hacer. Diciéndome: “finalmente un color decente,
está muy lindo tu coche”
Ellos no saben que es de segunda mano. No me importa lo que
piensen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario